viernes, 2 de marzo de 2012

MORRISSEY EN LIMA



"Si Morrissey dice "no coman carne" entonces yo como carne. Así demuestro cuánto odio a Morrissey" declaró alguna vez Robert Smith, cantante y guitarrista de The Cure. A finales de los 80s yo habría hecho mía esa frase. Y durante los 90s también. Porque siempre odié la música de The Smiths y su prolongación en la hoy larga discografía solista de su particular líder, idolatrado hasta la sin razón por legiones de fans que ya cuentan los días para su concierto en nuestra ciudad. Hoy no soy tan drástico pues los sectarismos desaparecen con la juventud y aunque reconozco al cantautor como una personalidad importante en el desarrollo del pop inglés desatado, simplón y multi hedonista que surgió tras la asonada punk, su música sigue sin moverme un pelo. Ya no lo odio pero me resulta indiferente. Y en cuanto a los calores que produce en sus seguidores, siguen pareciéndome incomprensibles.

Hace años me expuse voluntariamente a altas dosis de esas guitarras brillosas tocadas por Johnny Marr y la voz abaritonada con esporádicos e irritantes chillidos de (Steven Patrick) Morrissey para ver si mi opinión cambiaba pero no fue así. La corta discografía de The Smiths tiene algunos momentos interesantes pero no lo suficientes como para considerarla fundamental, ni como creadores de un género ni como revolucionarios del cambio.

La conexión que el cantante y letrista consiguió con las hordas de jóvenes de clase trabajadora de Manchester (y después del mundo) fue netamente personal mas no musical. La reivindicación a las minorías homosexuales (a pesar de que él se declaró alguna vez del "cuarto sexo") y sus posturas irreverentes frente a tópicos intocables en el país de la realeza como la caza y consumo de animales, la política de Margaret Thatcher, sus letras en las que narraba de manera inteligente los problemas existenciales de una generación sin futuro y su actitud lejana y arrogante hacia sus fanáticos, hacia la prensa y hacia sus propios compañeros de grupo lo emparentaron con los aspectos más recurrentes de la rebeldía rockera. Pero su música, considerada antecedente del britpop y de lo "indie", no tiene los vuelos necesarios para alcanzar la categoría de legendaria.

Revisando sin prejuicios los videos de la performance de Morrissey en Viña del Mar hace unos días (en la que demostró una vez más su incomprensible actitud de "divo" al prohibir la transmisión en vivo del show y desalojar a algunas personas del jurado) debo decir que resulta un pop sencillo, sin pretensiones ni desafíos, prolijamente tocado por una banda que ofrece mucha energía y unos excelentes equipos de sonido, además de las proyecciones comunes en los conciertos de hoy, tecnología que es aprovechada por el cantante para dejar clara su opinión, por ejemplo, en el tema Meat is murder. Por otro lado, como suele ocurrir en las relaciones artista-público que están marcadas por el fanatismo incondicional, no importan los desplantes o las miradas de soslayo que la estrella les dé, sus adoradores aceptarán de buen grado cualquier cosa que haga.

Durante el concierto, Morrissey interpretó clásicos de The Smiths y de su producción en solitario (que a estas alturas ya duplica lo hecho por el reverenciado grupo, cuya vida solo duró cinco años) por lo que los fans limeños ya deben tener una idea clara de lo que va a suceder la noche del 14 de marzo. Será uno de esos conciertos que reunirá a un grupo pequeño de conocedores de la particular carrera de este cantante, uno de los más lenguaraces del espectro pop rock británico. Y junto a los conocedores, los entrometidos de siempre que, gracias a al youtube, al mp3 y en general a todas las fuentes de información de las que antes carecíamos los melómanos, estarán en primera fila porque hay que estar aunque solo conozcan dos o tres canciones, lo cual es mucho decir ya que nada de Morrissey sonó nunca en radios limeñas, salvo el tema Big mouth strikes again del tercer y penúltimo álbum de The Smiths, publicado en 1986 y la versión en español de There is a light that never goes out (del mismo álbum de los Smiths titulado The queen is dead que grabara en 1992 Mikel Erenxtun en su primer álbum como solista y que casi nadie ubica como un cover del ex cantante de la banda hispana Duncan Dhu. Solo falta que lo anuncien en Somos, Mesa de Noche y en Sonidos del Mundo.



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