En el post anterior hice un Top 5 de King Crimson, uno de los colectivos artísticos más desafiantes de la historia contemporánea de la música grabada. Y no incluí este tema deliberadamente - el primero que hicieron y que abre además, su primer álbum - porque merece un post aparte. King Crimson, aunque apareció dentro de las coordenadas del desarrollo del rock and roll en general, como cultura y acontecimiento social - y del rock progresivo en específico, si de rótulos hablamos - dejó claramente establecido desde su primer producto discográfico que lo suyo estaba destinado a ir más allá. A la luz de lo registrado en toda su carrera, eso es una realidad incuestionable.
No quiero extenderme mucho al respecto, sencillamente quiero hacer notar que hace ya 41 años atrás, Robert Fripp (guitarra), Greg Lake (bajo, voz, guitarra), los hermanos Peter y Michael Giles (bajo y batería respectivamente), Ian McDonald (saxos) y Peter Seinfield (letras) compusieron no solo una de las canciones épicas más representativas del espectro conocido como rock progresivo, sino que además plantearon en la aparente volatilidad de su letra, el carácter del hombre actual. No importa que estemos hablando de un cobrador/conductor de micro, de un gerente junior en 4x4, de un empresario líder de su rubro (peruano o extranjero) ciego seguidor del capitalismo más depredador, de un candidato político pletórico de frases hechas e hipocresía (hombre o mujer) o de cualquier otro tipo de personaje, podríamos aplicarle algunos de los versos de este tema premonitorio.
Hace década y media atrás, mi profesor Jorge Salazar, que en paz descanse, hablaba de que "la principal característica del hombre moderno es la neurosis, debido a las luces de neón, la contaminación sonora, la velocidad impuesta por el modelo de vida que privilegia el éxito económico como único valor ponderable, etc." Quince años después, con esas condiciones elevadas a la diez milésima potencia, no sería exagerado hablar de que el hombre (hablando del género humano en general, independientemente de si es hombre o mujer) del siglo 21 es, efectivamente, como lo grita Lake, esquizoide.
No quiero extenderme mucho al respecto, sencillamente quiero hacer notar que hace ya 41 años atrás, Robert Fripp (guitarra), Greg Lake (bajo, voz, guitarra), los hermanos Peter y Michael Giles (bajo y batería respectivamente), Ian McDonald (saxos) y Peter Seinfield (letras) compusieron no solo una de las canciones épicas más representativas del espectro conocido como rock progresivo, sino que además plantearon en la aparente volatilidad de su letra, el carácter del hombre actual. No importa que estemos hablando de un cobrador/conductor de micro, de un gerente junior en 4x4, de un empresario líder de su rubro (peruano o extranjero) ciego seguidor del capitalismo más depredador, de un candidato político pletórico de frases hechas e hipocresía (hombre o mujer) o de cualquier otro tipo de personaje, podríamos aplicarle algunos de los versos de este tema premonitorio.
Hace década y media atrás, mi profesor Jorge Salazar, que en paz descanse, hablaba de que "la principal característica del hombre moderno es la neurosis, debido a las luces de neón, la contaminación sonora, la velocidad impuesta por el modelo de vida que privilegia el éxito económico como único valor ponderable, etc." Quince años después, con esas condiciones elevadas a la diez milésima potencia, no sería exagerado hablar de que el hombre (hablando del género humano en general, independientemente de si es hombre o mujer) del siglo 21 es, efectivamente, como lo grita Lake, esquizoide.
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