viernes, 30 de marzo de 2012

TERRY KATH & EDDIE HAZEL: TRIBUTO A DOS GRANDES

Cuando nos hablan de héroes de la guitarra ("guitar hero" es un término de uso común en la prensa musical anglosajona) los primeros nombres que surgen son Hendrix, Clapton, Page, Santana, Van Halen, Slash y un larguísimo y variopinto etcétera... la lista es extensa y cada uno tiene su lugar bien ganado en esa galería en la que coexisten vivos y muertos, músicos de diversas épocas y estilos que comparten esa pasión por llevar al instrumento de seis cuerdas hasta sus máximos niveles de expresión.

Aunque casi siempre los compiladores suelen coincidir en las características principales de un guitar hero: dominio del instrumento, personalidad y actitud propia, presencia necesaria en el sonido de su grupo, estilo inconfundible, etc. ha habido ocasiones en las que se ha mencionado a personajes como Kurt Cobain (Nirvana) o John Frusciante (Red Hot Chili Peppers) en esas listas honoríficas, sin darse cuenta de que no cumplen con el perfil. Si bien es cierto ser considerado un guitar hero no es algo que persigan conscientemente estos músicos, por sus connotaciones divescas, también es verdad que no cualquiera puede ser incluido en un catálogo como éste, que no baja de las cinco estrellas.

Hoy quisiera referirme a dos verdaderos héroes de la guitarra, frecuentemente olvidados a pesar de las importantes páginas musicales que han dejado escritas en la historia del rock and roll: Terry Kath (1946-1978) y Eddie Hazel (1950-1992). Ambos guitarristas, nacidos en los EE.UU., definieron el sonido de bandas que a estas alturas, pueden ser consideradas sin temor a equivocarnos como pioneras de las posteriores transformaciones y reinvenciones por las que han pasado diversos géneros y sub-géneros del pop-rock mundial: Chicago y Parliament Funkadelic.

GUITARRA DE FORMATO LIBRE: Terry Kath aprendió a tocar de manera autodidacta y desde su adolescencia pulió su estilo en diversos clubes y bares de su natal Chicago. De fraseos rudos y concisos, el toque de Kath llamó la atención del saxofonista/flautista Walter Parazaider, quien lo convocó en 1967 para fundar la banda The Best Thing, junto a sus compañeros del conservatorio James Pankow (trombón) y Lee Loughnane (trompeta). Completaban la banda el baterista Danny Seraphine, el pianista Robert Lamm y el bajista Peter Cetera, todos de intensa actividad en los circuitos musicales de la capital de Illinois. Este ensamble poco habitual - a mediados de los 60s el formato clásico de un grupo de rock era el impuesto por The Beatles, es decir: guitarras-bajo-batería - cambió su nombre a Chicago Transit Authority y posteriormente, debido a las quejas de la institución dedicada al control del tránsito en la ciudad que llevaba la misma denominación, se redujo a Chicago, nombre con el que se hizo famoso por el mundo entero.

La guitarra y la potente voz de barítono de Terry Kath fueron una de las marcas registradas de esta banda, que sorprendió a propios y extraños con su arriesgada combinación de estilos (pop-rock, rhythm & blues, jazz) y de instrumentación (el uso de metales y de tres cantantes). Entre 1969 y 1977 la banda editó 11 LPs, de enorme éxito comercial. Los furibundos solos de Kath recibieron elogios del mismísimo Jimi Hendrix, de quien cuentan se "enamoró" de Terry después de escuchar su composición instrumental Free form guitar, perteneciente al primer álbum de Chicago, llamado simplemente Chicago Transit Authority. En este disco también destaca Liberation, obligatorio tour-de-force para cualquier fanático del rock instrumental, en el cual Kath despliega, a lo largo de sus 14 minutos de duración, las particularidades de su desarrollo guitarrero: solos largos, wah-wahs, efectos y un sentido muy preciso de la improvisación.

La personalidad de Kath era uno de los principales motores de Chicago, por su buen humor y su disposición a explorar nuevas ideas musicales, aunque detrás de ese carácter alegre se escondía un hombre depresivo que se refugiaba en el alcohol, las drogas y su afición por coleccionar armas de fuego. La tarde del 23 de enero de 1978, Kath jugueteaba con una 9mm durante una fiesta en casa de Don Johnson, un roadie del grupo, y con la pistola en la sien apretaba el gatillo una y otra vez, asegurándoles a todos que no estaba cargada. Lamentablemente, sí lo estaba. Terry Kath falleció así, trágicamente, a los 31 años. Aunque la banda cambió de estilo tras la pérdida de uno de sus fundadores, en el recuerdo quedan sus clásicas grabaciones como la mencionada Free form guitar, 25 or 6 to 4, Make me smile, Colour my world o el tema Introduction, que pueden ver y oír en este link de youtube, que muestra a Chicago Transit Authority en vivo en el Japón (año 1972)



UN MAESTRO DEL FUNK DURO: Edward "Eddie" Hazel fue el primer lugarteniente de George Clinton, el célebre Dr. Funkenstein, amo y señor de ese combo alucinante llamado Parliament/Funkadelic que asoló las pistas de baile de los ghettos en las décadas 70s y 80s y que posteriormente, con un Clinton ya agotado y auto-pirateando todas sus ideas, se denominó The P-Funk All Stars. Hazel, nacido en Brooklyn en 1950, vio la transformación de Clinton que pasó de ser el líder de una simple banda de doo-wop llamada The Parliaments a esta especie de gurú del ritmo y del aquelarre armado por las comunidades negras norteamericanas, que llegó a su máxima expresión con ese excepcional álbum de 1976, The Mothership Connection.

La guitarra de Hazel, que combinaba los fraseos del soul clásico, deudores de esa tradición regentada por James Brown "el padrino del soul" con los arranques psicodélicos y eléctricos de Jimi Hendrix domina los tres primeros álbumes de Funkadelic, banda surgida de las cenizas de The Parliaments, que, siempre de la mano de George Clinton, rompió el mito de que los músicos de color sólo podían hacer música suave, romántica o rítmica. Funkadelic, que fue estableciendo las bases para la evolución del funk con cada uno de sus lanzamientos, combinaba esos tres elementos con un sonido crudo, agresivo, casi parecido al hard-rock de grupos como Led Zeppelin o Cactus, cortesía de los arrebatados riffs de Hazel. Así, los discos Funkadelic (1970), Free your mind... and your ass will follow (1970) y Maggot brain (1971) son considerados clásicos, no solo del género funky, sino de toda la década de los 70s.

Precisamente en Maggot brain se encuentra el tema que le dio a Hazel la categoría de guitar hero: un épico lamento de casi 10 minutos, que le da nombre álbum - según el guitarrista, "los gusanos cerebrales" hacían referencia tanto a los efectos del consumo de drogas como a una descripción alegórica del control mental que se ejerce desde el poder - y sacó de la oscuridad a la banda, convirtiéndola desde entonces en una "de culto". El tema es una etérea manifestación de sentimentalismo y sensualidad, propulsada por las múltiples capas de guitarras ensambladas por Hazel en sendas sesiones de grabación, en las que Clinton le pedía que "tocara como si su madre acabara de morir". Lamentablemente, los problemas de Eddie Hazel lo alejaron de una promisoria carrera musical. En 1974 fue apresado por posesión de drogas y agresión y desde su liberación, en 1976, sus apariciones con Parliament/Funkadelic fueron tan solo esporádicas. Luego de grabar un disco como solista de gran factura, titulado Games, dames and guitar thangs (1977) en el que destaca una alucinante versión del tema I want you (she's so heavy) del álbum Abbey road de The Beatles, el sonido de Hazel se perdió en un voluntario exilio musical. El 23 de diciembre de 1992, Hazel falleció de una afección al hígado. Tenía 42 años. Las tristes notas de Maggot brain fueron tocadas durante su funeral. Aquí una versión en vivo junto al guitarrista que lo reemplazaría definitivamente en la banda, Michael Hampton, de un concierto en 1986:


El mundo del rock está repleto de historias y héroes no reconocidos... desde aquí un humilde tributo a estos dos músicos que casi nunca figuran en las habituales "enfermérides" (como diría Sofocleto) de nuestra alicaída prensa musical... Hasta la próxima...

domingo, 25 de marzo de 2012

DAVID BYRNE: REI MOMO


A fines de los años 80, había una marcada distancia entre la música en español y la música en inglés. Más aún, entre la salsa y el rock. Y a pesar de la existencia de gente tan importante como Carlos Santana - aquel mítico y místico guitarrista mexicano que enloqueció a los hippies norteamericanos con su frenética combinación de congas y electricidad en Woodstock, año 1969 - o de los salseros duros que crecieron en el Bronx como Willie Colón, Héctor Lavoe, Larry Harlow, entre otros, con amplias carreras y discografías que documentaban esa pasión artística por lograr el sincretismo sonoro, bajo la premisa que la buena música - el famoso "lenguaje universal" - no sabía de divisiones geográficas o idiomáticas, los mundos musicales latino y anglosajón permanecían totalmente separados en términos de convivencia en radios, programas de TV, etc.

Aun cuando el rock - el género cantado en inglés de mayor popularidad - ya contaba en esos años 80s con gran cantidad de exponentes que componían en nuestro idioma con aceptable calidad, el vasto y complejo universo de la música latina no había sido explorado con la seriedad correspondiente por sus pares angloparlantes. Hasta que en 1989 un músico norteamericano, surgido de los oscuros callejones de la era proto-punk (CBGB, Max's Kansas City) y reconocido líder de una de las bandas más importantes de la new wave, Talking Heads, sorprendió a propios y extraños con un disco que resume sus años de investigación y estudio sesudo dentro de la cultura musical centro y sudamericana. Años antes del boom mediático de la llamada "world music" - término con el que se pretende etiquetar a cualquier expresión musical que provenga de lugares que no sean hispano o angloparlantes - David Byrne lanzó el sorprendente Rei Momo, una verdadera fiesta de sonidos afro-caribeños con letras originales en el idioma de Shakespeare. Una delicia que rechazaba de plano aquel mito de que el inglés no sirve para cantar salsa, rumba, samba o cumbia.


El álbum, que contiene 15 canciones en diversos ritmos latinos, nos revela un lado brillante de Byrne, para muchos oculto o en todo caso limitado dentro de las coordenadas de la música particularmente freaky de su banda. Ese lado brillante que evolucionó a partir de entonces hasta convertirlo en un abanderado de esa búsqueda por los sonidos integradores. Son conocidas las andanzas de su sello discográfico Luaka Bop, que entre otras cosas produjo lujosas recopilaciones, preparadas para el mercado anglo, de artistas como Tom Zé, Los Amigos Invisibles, Silvio Rodríguez - el imprescindible Canciones Urgentes - así como su especial fascinación por la música negra peruana, expresada en el álbum Afro-Peruvian Classics: The roots of black Peru y en el la promoción constante de las producciones de nuestra Susana Baca. Así mismo, Luaka Bop registra constantemente grabaciones y lanzamientos de diversos artistas brasileños, africanos y asiáticos. En la actualidad David Byrne puede ser considerado como uno de los pioneros - junto al británico Peter Gabriel y su sello Real World - en la difusión de artistas que por sus características raciales, étnicas, lugares de procedencia, no hubiesen tenido lugar en el mundo de de la música comercial.

Para Rei Momo, el guitarrista y cantante se puso en contacto con maestros de la talla de Johnny Pacheco y Willie Colón, quienes lo asesoraron en este ambicioso proyecto. Con Pacheco co-escribió el merengue The call of the wild, la salsa Loco de amor, cantada por Celia Cruz en la que quizás constituye una de sus últimas grabaciones de calidad real, y la charanga Marching through the wilderness; mientras que con el famoso trombonista compuso The rose tattoo, una pegajosa bomba en la que también puede escucharse la inconfundible voz nasal del salsero. Para muchas de las personas que han escuchado el disco, la canción Make believe mambo es la que mejor representa este collage cuidadosamente ensamblado de ritmos y sonidos latinos, aunque en lo personal me quedo con la impresionante precisión de Dirty old town, a mi modesto entender, la mejor salsa que he escuchado cantada en inglés.

Aún hoy, escuchar esa canción es todo un alivio para quien recuerda haberse burlado hasta el cansancio del pobrísimo intento por ingresar al mercado norteamericano del Grupo Niche de Colombia con una versión en inglés 100% olvidable de su clásico Cali pachanguero. El video de Dirty old town - que pueden ver en el enlace de arriba - está en la onda Talking Heads, con Byrne liderando una orquesta completa, parado frente al micrófono con su clásica eléctrica guitarra negra. El de abajo es el link de Make believe mambo, un video en el que se puede ver a Byrne intentando bailar, con su estilo intencionalmente torpe junto a una correcta pareja de bailarines, en trajes que evocan épocas del famoso club Tropicana cubano, en una de las imágenes más representativas de este genio musical:


El álbum Rei Momo es un clásico de nuestros tiempos, tanto por su riqueza musical como por su determinada vocación integradora. En una época como la actual, en que la "fusión", la "world music" y otras tendencias parecidas ya están infectadas con los bacilos de la masificación, la comercialización y la producción en serie, es necesario recordar y darle su espacio a quienes pusieron las bases para todo lo que vino después en ese campo. Hasta la próxima...

sábado, 24 de marzo de 2012

PARA QUIENES NO LA VIERON...

Hace un par de años, El Tromercio lanzó una colección de CDs de rock con un folleto informativo que era para salir corriendo. Además de estar escrito con sintaxis simiesca, contenía una serie de gazapos y pifias informativas que me hicieron pensar que las había redactado un periodista de farándula en lugar de un conocedor. Esta fue mi reacción ante tamaño despropósito...

Hola a todos... una de las manifestaciones más evidentes del atraso cultural de nuestra prensa es el eterno segundo plano en que se mantienen las informaciones acerca del mundo de la música. No sé cómo será en otros países, no he tenido la oportunidad de viajar al exterior, pero desde que tengo recuerdo, la actividad periodística en el Perú se ha mantenido voluntariamente al margen de la evolución y desarrollo de las escenas musicales alrededor del mundo, incluida la local.

A lo largo de los últimos 20 ó 25 años hemos visto suplementos dedicados al teatro, al cine, a la farándula, a la literatura, a las artes plásticas, etc... Sin embargo, el siempre cambiante y fascinante universo de la música, en cualquiera de sus formas, nunca ha tenido esa cobertura por parte de los medios de prensa (me refiero en particular a la "prensa escrita", valga la redundancia) que únicamente cubre notas sobre músicos, géneros, festivales, lanzamientos o cualquier otro de los tópicos asociados a la industria en pequeñas notas insertadas en el segmento de espectáculos, entre faranduleros de la fauna local o glamorosas estrellas de Hollywood.

Los músicos sólo son noticia cuando protagonizan algún escándalo, cuando aparecen en la tele y en el cine haciendo otras cosas o cuando se mueren. Ni siquiera cuando llegan a tocar al Perú - en especial en esta época que nos ha permitido tener entre nosotros a notables figuras del arte musical como Roger Waters, Joe Satriani, Paquito de Rivera, Yo Yo Ma, entre otros - se puede observar un mayor interés por estos acontecimientos de amplio valor cultural y artístico.

Antes pensaba que este fenómeno tenía que ver únicamente con el rock, por sus características rebeldonas, desordenadas o "anti-sistema" (para utilizar un término de moda), pero poco a poco fue quedándome claro que, para los editores de los principales medios escritos de este país, la música no es una actividad que merezca ser individualizada en una sección, un suplemento semanal, una revista de calidad.

En medio de esa situación de abierta discriminación - absurda desde cualquier punto de vista - y ninguneo a la actividad musical, practicada por los medios convencionales (no me refiero, desde luego, a las esforzadas publicaciones que no sólo apuestan por escribir sobre rock o jazz, con tirajes reducidísimos y frecuencias aleatorias, sino que además lo hacen desde un punto de vista crítico, osea, hablan de los músicos menos "llamativos" desde un punto de vista "comercial") podríamos considerar que el diario El Comercio marca la diferencia con los espacios que mantiene, tanto en su sección Luces como en sus suplementos estrella Somos y El Dominical, como únicas fuentes de información local, relativamente informada, acerca de las movidas musicales de cualquier género, época y procedencia.

Por ese motivo esperaba que la colección de DVDs Los Clásicos del Rock que empezó a salir el viernes 19 de septiembre en "el decano de la prensa nacional" se pusiera, por fin, a la vanguardia de la desnutrida prensa musical local con un producto de calidad. Lamentablemente no ha sido así. Y me extraña porque este diario tiene en sus filas a algunos de los comentaristas y críticos de rock más destacados del medio. Es cierto que no siempre estamos de acuerdo con sus conceptos o preferencias, pero estoy seguro de que Rafo Valdizán, Raúl Cachay o Francisco Melgar hubieran podido elaborar un folleto informativo mejor escrito que el ofrecido en el número 1, dedicado al gruo británico Yes.

Este folleto, que viene adjunto al DVD Symphonic Live (2002) presenta un nivel de redacción muy por debajo de lo que normalmente muestran los mencionados periodistas u otros como Oscar García o el mismo Alonso Rabí do Carmo, destacadísimo periodista, escritor y crítico de arte que, sorprendentemente, aparece en los créditos como Corrector de Estilo o algo así. Pero no sólo es que la redacción no sea satisfactoria, sino que además contiene datos inexactos (por ejemplo, al referirse a la visita de la banda al Perú en 1999, no menciona la presencia de Billy Sherwood como segundo guitarrista o al afirmar, hasta en dos ocasiones, que el baterista Alan White había tocado con Frank Zappa antes de reemplazar a Bill Bruford). Asimismo, la infografía dedicada a la discografía oficial de la banda no está completa y no complementa las imágenes con una relación más detallada que incluya grabaciones en vivo, recopilaciones, DVDs oficiales, etc...

¿Razones de espacio? poco fáciles de aceptar si vemos las inmensas fotos, sin leyendas, que figuran en varias de las 16 páginas del consabido folleto (uno de los argumentos de venta que se vienen utilizando para promocionar la colección). Para los rockeros - no "roqueros" como figura en la contracarátula del DVD en cuestión - esto es indignante, tanto para los fans de la literatura que detecten dislates en alguna reseña de la obra de Mario Vargas Llosa o para los cinéfilos que encuentren un especial acerca de Ingmar Bergman que no consigne una filmografía completa, cuando todo en las promociones y en la diagramación parecían indicar que de eso se trataba el suplemento ofrecido.

Es lamentable que El Comercio esté desaprovechando esta aplaudible iniciativa de su departamento de promociones y publicaciones especiales, con una elaboración que denota más bien poco rigor y seriedad al momento de encarar una colección de conciertos de rock que pretende alzarse como LA MEJOR. Quizás tenga que ver, otra vez, con esa costumbre de considerar a la música - y en particular al rock - como una expresión artística menor, de segunda categoría, cuando realmente constituye uno de los capítulos más importantes e influyentes del arte popular contemporáneo y que ha generado infinidad de íconos y momentos de trascendencia artística, social y política.

Cabe señalar que los 12 DVDs que conforman la colección Los Clásicos del Rock de El Comercio, son títulos producidos y distribuidos por el sello inglés Eagle Rock Entertainment, que ofrece un catálogo interesante de títulos y artistas, como compensación frente a una calidad de imagen y sonido que presenta ciertos altibajos. Desde luego eso no significa que los conciertos en sí mismos carezcan de atractivo. Por el contrario, quizás debamos tomar esto como un buen primer paso pero que debe ser realizado respetando los estándares de calidad y de información que sean dignos de estos artistas y de sus seguidores.

El número 2, anunciado para el próximo viernes, es el DVD The Way We Walk (2002) de Genesis, otra leyenda del rock progresivo británico. Como en el caso de Symphonic Yes, lo más probable es que mientras el DVD será un placer para ojos y oídos, el folleto no irá necesariamente en la misma dirección. Salvo que se apliquen las urgentes y obligatorias correcciones... El Comercio tiene la palabra... Hasta la próxima...

viernes, 23 de marzo de 2012

KING CRIMSON: 21st CENTURY SCHIZOID MAN


En el post anterior hice un Top 5 de King Crimson, uno de los colectivos artísticos más desafiantes de la historia contemporánea de la música grabada. Y no incluí este tema deliberadamente - el primero que hicieron y que abre además, su primer álbum - porque merece un post aparte. King Crimson, aunque apareció dentro de las coordenadas del desarrollo del rock and roll en general, como cultura y acontecimiento social - y del rock progresivo en específico, si de rótulos hablamos - dejó claramente establecido desde su primer producto discográfico que lo suyo estaba destinado a ir más allá. A la luz de lo registrado en toda su carrera, eso es una realidad incuestionable.

No quiero extenderme mucho al respecto, sencillamente quiero hacer notar que hace ya 41 años atrás, Robert Fripp (guitarra), Greg Lake (bajo, voz, guitarra), los hermanos Peter y Michael Giles (bajo y batería respectivamente), Ian McDonald (saxos) y Peter Seinfield (letras) compusieron no solo una de las canciones épicas más representativas del espectro conocido como rock progresivo, sino que además plantearon en la aparente volatilidad de su letra, el carácter del hombre actual. No importa que estemos hablando de un cobrador/conductor de micro, de un gerente junior en 4x4, de un empresario líder de su rubro (peruano o extranjero) ciego seguidor del capitalismo más depredador, de un candidato político pletórico de frases hechas e hipocresía (hombre o mujer) o de cualquier otro tipo de personaje, podríamos aplicarle algunos de los versos de este tema premonitorio.

Hace década y media atrás, mi profesor Jorge Salazar, que en paz descanse, hablaba de que "la principal característica del hombre moderno es la neurosis, debido a las luces de neón, la contaminación sonora, la velocidad impuesta por el modelo de vida que privilegia el éxito económico como único valor ponderable, etc." Quince años después, con esas condiciones elevadas a la diez milésima potencia, no sería exagerado hablar de que el hombre (hablando del género humano en general, independientemente de si es hombre o mujer) del siglo 21 es, efectivamente, como lo grita Lake, esquizoide.


jueves, 22 de marzo de 2012

DEEP PURPLE: CONCERTO FOR GROUP AND ORCHESTRA


Nunca me han gustado los rankings. De una u otra forma, siempre dan la impresión de que reflejan el gusto particular de determinadas personas y a partir de allí, sirven como herramientas para darle dirección a las tendencias, a las preferencias del público, etc. El rock, ese género musical que ya inscribió su existencia dentro de los índices de cualquier tratado acerca de historia del siglo 20, es uno de los tópicos preferidos para la confección de rankings: los 100 mejores discos, los 10 mejores grupos, los 20 mejores guitarristas, y así podríamos continuar durante horas. Pero si me pidieran hacer una lista con los mejores eventos de la historia del rock, pues la noche del 24 de septiembre de 1969 estaría, sin lugar a dudas, en una posición privilegiada.

Esa noche se produjo un evento musical sin precedentes. Deep Purple sorprendió a la naciente comunidad rockera con un espectáculo extremadamente arriesgado, vanguardista y novedoso. En los tiempos en que el hippismo norteamericano y la resaca de la invasión británica dominaban las ondas radiales, el quinteto se presentó junto a la Royal Philharmonic Orchestra (más de 100 músicos en total) para estrenar una composición clásica de su tecladista y fundador, Jon Lord. La obra, titulada Concerto For Group & Orchestra tenía toda la estructura de la forma musical conocida como concerto, en tres movimientos que integraba de una manera nunca antes hecha, a una orquesta completa con un quinteto de rock, que funcionaba en esta oportunidad como el instrumento solista. A manera de los concertos grossos o las sinfonias concertantes (géneros clásicos muy usuales en el período barroco), la orquesta realiza una introducción en cada movimiento que define la estructura melódica de la composición y el instrumento solista (en este caso Deep Purple) interviene en pasajes individuales de gran factura. Esto estableció a Jon Lord como una figura de mucha importancia para la evolución del rock y posicionó a la banda como pionera en el mundo, aun poco explorado en ese entonces, de la fusión.

Lord, pianista de formación clásica (sus especialidades iban desde Johann Sebastian Bach hasta Edward Elgar), acababa de cumplir los 28 años de edad cuando se decidió a estrenar este Concerto..., que había compuesto años atrás entre sesión y sesión de los tres primeros álbumes de su banda - Shades Of Deep Purple (1968), The Book Of Talyesin (1968) y Deep Purple (1969) - que desplegaban un sonido con fuertes influencias en el blues y el r'n'b, además de haber colocado en las listas de éxitos algunas muy bien logradas versiones de temas ajenos como Hush (de Joe South) o Kentucky Woman (de Neil Diamond). Pero aquella vuelta de tuercas dejó atónitos a los fans del quinteto, que no estaban tan advertidos de los talentos instrumentales de sus integrantes. Para el estreno del Concerto For Group & Orchestra, Deep Purple también estrenó a sus dos nuevos integrantes, en lo que constituye la primera aparición grande en público de la formación más conocida de los intérpretes de históricos clásicos del rock como Smoke On The Water, Highway Star, entre otros.


Meses después de la aparición al mercado de Deep Purple (tercer álbum de la banda), el vocalista Rod Evans y el bajista Nick Simper fueron despedidos porque sus registros no llegaban a satisfacer los vuelos creativos del núcleo de la banda conformado por Jon Lord (teclados), Ritchie Blackmore (guitarra) e Ian Paice (batería). Los reemplazantes, Ian Gillan (voz) y Roger Glover (bajo), a pesar de no tener la formación clásica de Lord y Blackmore ni la intuición y pulso jazzero de Paice, confirmaron desde el principio que eran lo suficientemente buenos para la nueva dirección musical de la banda. La poderosa voz de tenor de Gillan - y su habilidad para lanzar agudos gritos sin recurrir al falsete - y el sentido del ritmo de Glover calzaron a la perfección con las intenciones de Lord y Blackmore. Y el Concerto For Group & Orchestra fue la prueba de fuego para aquella conjunción de destrezas que asombraría al mundo de la música a partir de entonces con su mezcla de rock, blues, psicodelia y texturas barrocas.


El estreno de la obra de Lord se realizó en el prestigioso Royal Albert Hall ante una audiencia conformada por una combinación de fanáticos de la banda con seguidores de la legendaria orquesta, que en esa ocasión estuvo bajo la dirección del compositor británico Malcolm Arnold. En el video pueden apreciarse carteles con la frase "Good Lord preserves us" (jugando con la palabra "Lord", apellido del tecladista que es utilizada en inglés para referirse a Dios) y enloquecidos espectadores que no pueden creer lo que están viendo y escuchando. Al mismo tiempo, serios señores y señoras, con sus vestidos de gala, con expresiones que denotaban cierta incredulidad. No era posible que esas impresionantes atmósferas de cuerdas o los épicos sones de la sección metales hubieran salido del cerebro de un tecladista de pelos largos, que solía tocar zarandeando el mueble aquel del inmenso Hammond B-3 como si se tratara de una caja o una maleta pesada.


La composición (de casi una hora de duración) se divide en tres movimientos: el primero, llamado Moderato-Allegro, se inicia con un crescendo de violines muy sutil que va evolucionando hasta convertirse en la línea melódica de la obra completa. Después de escucharla varias veces uno descubre la marca del estilo de Lord, una secuencia de acordes que podrían estar en cualquier de los posteriores éxitos de la banda. La primera intervención del grupo irrumpe con exactitud a final de los fraseos de la orquesta y entabla una relación de simbiosis entre el mundo de lo clásico y de lo psicodélico. El Hammond dominante de Lord se abre paso hasta el sentido solo de Blackmore - sin duda uno de los mejores guitarristas de la historia - que cierra su participación con un Re mayor abierto, como expresando la presencia pura y directa del rock and roll.

El segundo movimiento, Andante, permite la total integración de grupo y orquesta, sobre la base de una melodía apacible con letras escritas por Ian Gillan, en su mejor momento vocal. El tema, una especie de balada épica, fue la primera contribución de Gillan dentro del grupo y le permite tomar parte de esta experiencia musical única. Poco a poco, la orquesta y el grupo interactúan fluidamente, lo cual demuestra las bondades de la composición de Jon Lord y el poder de la batuta del experimentado Arnold, quien según el mismo Lord, fue el principal motor de esta aventura que mantuvo nervioso al compositor hasta el último acorde. En ningún momento hay situaciones forzadas, o que den la impresión de estar fuera de lugar.

Durante el movimiento final, Vivace-Presto, la sección de percusión de la RPO es la principal protagonista. Timbales, tarolas y vibráfonos se entrecruzan con los cornos en una suerte de contrapunto de enorme fuerza épica, como marco perfecto para el metronómico solo de batería de Ian Paice, uno de los momentos más notables de la obra. El baterista traza en unos cuantos minutos todos aquellos atributos que lo hicieron conocido como uno de los principales percusionistas del rock. El final de la obra, a manera del soundtrack de una película de ciencia ficción, confirma las sensaciones producidas a lo largo de toda la pieza: el efecto buscado por Jon Lord se muestra en su plenitud: la orquesta y el quinteto de rock se únen en final apoteósico, como si se tratara de un organismo único y no dos componentes por separado.

El concierto, que fue denominado The Best Of Both Worlds (Lo Mejor de Ambos Mundos) dio inicio a una larga historia de encuentros entre la música clásica y el rock, que hasta ahora continúa con la aparición de producciones de registros y calidades variables. La banda volvió a tocar la obra 30 años después, en 1999, esta vez con el guitarrista Steve Morse y la London Symphony Orchestra, bajo la dirección de Paul Mann. Aquí algunos videos del youtubo para quienes nunca hayan tenido oportunidad de ver y oír este Concerto For Group & Orchestra, uno de los eventos musicales de mayor trascendencia en los últimos 40 años...

Hasta la próxima...

http://www.youtube.com/watch?v=gLyqdzu-F4k (1st. Movement, solo de Ritchie Blackmore)



http://www.youtube.com/watch?v=CAGId9QLAqU&feature=related (2nd. Movement, canta Ian Gillan)

http://www.youtube.com/watch?v=2F9MI5Ag1vE (3rd. Movement, solo de Ian Paice)

jueves, 15 de marzo de 2012

PINK FLOYD: ATOM HEART MOTHER


Hola a todos... ¿han escuchado ese comercial de radio - seguro en algún micro lo han hecho - en el que una chica "canta" en español algunas líneas del tema My humps (igual de desechable en su versión original por cierto) de ese insufrible grupo llamado Black Eyed Peas??? bueno es un comercial que menciona lo extraña que puede llegar a escucharse una letra en inglés traducida a nuestro idioma... o, como en el caso de ese super éxito de radio comercial, lo ridículas que son - tan ridículas como las letras cantadas originalmente en español por personajes exitosos como Daddy Yankee, Don Omar y un larguísimo etcétera - las letras de los cantantes que, paradójicamente, estas mismas radios promocionan hasta convertir en super-estrellas, influidas desde luego por las coordenadas lanzadas desde los EE.UU. con esos artistuchos de quinta que venden millones de discos cantando tonterías...


Bueno, esta tal vez innecesaria introducción la hago porque, a pesar de haber escuchado el disco al cual me voy a referir miles de veces y saber inconscientemente desde hace tiempo qué significa su título, no puedo ocultar que me sorprendió ponerme a pensar en su traducción literal: MADRE DE CORAZÓN ATÓMICO (Atom Heart Mother) es el cuarto álbum de Pink Floyd, lanzado en 1970 (inmediatamente después de ese experimento llamado Ummagumma) y el segundo de la banda sin el influjo lunático de Syd Barrett. El título surgió a raíz de un artículo que la banda leyó en un periódico londinense acerca de una mujer embarazada a quien le habían colocado un marcapasos atómico. Nada que ver... ¿no? La idea en sí misma no significa absolutamente nada, y no tiene ninguna relación ni con las canciones del disco ni con su carátula enigmáticamente sencilla: la foto de una vaca en medio de una pradera, en un día super claro... Ninguno de estos elementos tienen que ver entre sí ni con la banda en especial. Es más, como lo asegura Storm Thorgersson, el diseñador oficial de las carátulas floydianas, esta desconexión es deliberada, hecha a propósito... pero en la época calzó a la perfección con la onda psicodélica, esa onda de la cual Pink Floyd fue siempre uno de los más grandes representantes...


Pero para terminar de aterrizar mi nota, debo decir que tampoco quiero comentar el álbum completo - que divide a la fanaticada de Floyd entre los que lo consideran una de sus obras maestras y quienes piensan que es demasiado pomposo - sino únicamente el tema inicial, que tiene el mismo título del álbum, y que en un principio se denominó The Amazing Pudding (El Postre Sorprendente), osea... nada que ver tampoco... En lo particular, mi opinión sobre el álbum en sí es que contiene algunas de las piezas fundamentales del sonido del grupo en esa época: If, Fat old sun, Summer of 68 y Alan's psychedelic breakfast son canciones que uno espera escuchar de una banda como Pink Floyd en ese momento de su carrera, ni más ni menos. Pero el tema central, que ocupa todo el Lado A de la versión original en vinilo (23:44m) es simple y llanamente una de esas composiciones musicales que trascienden los límites de los territorios de rock and roll en los que fueron concebidas.


Años luz antes de que el término "fusión" se hiciera parte del vocabulario nice de los cultores de ese nuevo rótulo llamado "Sonidos del Mundo" y que se pusieran de moda los acústicos-sinfónicos promocionados por la MTV, hubo, en los 70s, gran cantidad de músicos preocupados, gente como Deep Purple, Frank Zappa, los Beatles, etc. que incorporaban a sus producciones el sonido de orquestas tradicionalmente asociadas a la música clásica para enriquecer sus composiciones básicamente rockeras, y así ampliar el panorama sonoro de un género que, posteriormente demostró no tener fronteras al momento de la creación...


Pink Floyd, una de las bandas más arriesgadas y vanguardistas de su época, no se quedó atrás y lanzó Atom Heart Mother. Aunque sin muchas ideas conceptuales de por medio, la intención de Waters, Gilmour, Wright y Mason estaban dirigidas a conseguir un sonido épico y grandioso, sin alejarse del aura de misterio y psicodelia que ya habían exhibido en sus tres anteriores entregas. Para eso, conscientes de sus escasas posibilidades como orquestadores, convocaron a Ron Geesin, un arreglista y compositor que tenía una relacion de amistad con Waters, a quien ayudó en la armazón del Several species of flurry animals... del Ummagumma y posteriormente trabajaría con él sampleando sonidos del cuerpo humano en el hoy inubicable Music from the body, tambien del 70... Esta colaboración entre Pink Floyd y Geesin fue perfecta para lograr los objetivos sonoros de la banda. Lo épico y grandioso, lo dramático y misterioso, lo psicodélico y espacial, todo confluye a lo largo de la suite, que en vivo fue pocas veces interpretada, algunas sobrepasando la media hora de duración...


El tema se grabó en los famosos estudios Abbey Road de Londres entre marzo y agosto de 1970 y para las partes orquestadas la banda contó con la Abbey Road Session Pops Orchestra, el Philip Jones Brass Ensemble y el Coro de John Aldiss. Además, a lo largo del tema hay una serie de sonidos pre-grabados, voces y diálogos que le dan esos matices al sonido que el grupo estableció como propio en esa etapa auroral de su carrera. Y aunque hoy en día, los mismos miembros de la banda se dividen cuando opinan sobre que significó este álbum para ellos - mientras Gilmour asegura que ni siquiera lo escucha y que le parece malísimo, Mason dice que sentó las bases para muchas de las cosas que hicieron después - no cabe duda que Atom Heart Mother es uno de los temas fundamentales en el desarrollo del rock progresivo, del rock sinfónico, del art-rock, de la fusión o de cualquier otro nombrecillo que se les ocurra. En suma, es una página importante dentro de la rica historia de la música contemporánea, una interesante y bien lograda combinación entre lo popular y lo culto. Pomposo para algunos, iconoclasta para otros, la verdad es que al escuchar Atom Heart Mother con atención, vuelo...


Las sensaciones producidas por los metales al principio del tema - en la sección denominada Father's Shout (El Grito Del Padre, para continuar con lo de la traducción de títulos) parecen sacadas de la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz y cuando el tema rompe con la presencia de la banda en pleno uno experimenta la fusión de estilos sin sentir que se estén forzando situaciones o calculando efectos. Es música hecha con el único propósito de estimular a los sentidos. El teclado de Wright suena armoniosamente acompañado por unos cellos celestiales que van acercándose - cortesía de Mason y sus metronómicos tambores - a una brisa suave lanzada desde los amplificadores de un inspiradísimo Gilmour. Mientras tanto los sonidos se sobreponen unos a otros: pianos, violines, metales, baterías, bajos, todos creando el fondo ideal para que el maestro guitarrista se explaye...


Tras el solo se inicia la segunda parte: Breast Milky (algo así como Senos Lácteos) donde se empieza a oir al monumental coro por detrás de la artilleria de teclados... poco a poco las voces se van sobreponiendo hasta alcanzar brillo propio y darle renovada energía a la melodía, que discurre entre calmada y tensa, creando una sensación de expectativa ante cada acorde... ese remanso coral nos conecta con la parte bluesy del tema: Mother Four/Funky Dung (Madre Cuatro/Basura Funky... más títulos raros...) en donde la banda hace un jam en medio de algunos cánticos alocados del coro... la guitarra y el teclado son los grandes protagonistas de esta sección, siempre con ese apoyo alucinante de los metales y de la orquesta en pleno que entra con todo para retornar a la línea melódica principal y luego dar paso a una serie de sonidos raros y cacofonías orquestales, propias del estilo compositivo de músicos concretos o de la llamada Música Clásica Contemporánea (Schoenberg, Lalo, entre otros...). Uno tras otro, los elementos surgen y no atiborran al oído - al oído entrenado, quiero decir - y nos convencen de que es una buena fusión, hecha por personas que piensan, músicos que saben lo que están haciendo...


Finalmente, las dos últimas partes de la suite: Mind Your Throats Please/Remergence (Mentalicen sus gargantas por favor/Resurgimiento) que cierran el tema con un violín que repite el primer solo de Gilmour, acompañado otra vez por los teclados de Wright y luego un nuevo ataque, esta vez con slide, del guitarrista en una serie de overdubs alucinantemente floydianos... Muchos opinan que este es el segmento que hace de Atom Heart Mother un clásico del grupo. Para mí toda la composición merece estar considerada como una de las piedras angulares del catálogo Pink Floyd. Cada vez que escucho el álbum siento inevitablemente que otras obras de la banda como The dark side of the moon (1973), Wish you were here (1975) o The wall (1979) han opacado injustamente el valor de este disco, y en especial del tema, que resume en 23 minutos y medio lo que significa una buena combinación de estilos musicales. Al final todo lo épico-dramático se condensa en la última nota del coro y la orquesta en unísono, como cuando el cielo se abre para dar paso a un nuevo día, luminoso, lleno de esperanza a pesar de la tensión previa, un abrazo de la vida ante la adversidad... Un clásico...


Les paso estos videos (en ese orden) que acabo de encontrar en youtube... hasta la próxima...


http://www.youtube.com/watch?v=N89gb2KcdSc (Atom Heart Mother: Father's Shout)




http://www.youtube.com/watch?v=OS7kZUs_u5c&NR=1 (Atom Heart Mother: Mother Four/Funky Dung)


http://www.youtube.com/watch?v=3zz-luq3JE8&feature=related (Atom Heart Mother: Mind Your Throats Please/Remergence)


domingo, 11 de marzo de 2012

CUANDO GENESIS ESTUVO EN ROMA (2007)


Recuerdo que las primeras informaciones al respecto anunciaban un retorno del quinteto original, aquel que había registrado excelentes álbumes de rock progresivo como Foxtrot (1972), Selling England by the pound (1974) o The lamb lies down on Broadway (1975). De hecho, la noticia completa decía que la banda se iba a reunir para salir de gira tocando este último título, aquel cuento indescrifrable que selló el final de la era dorada de Genesis para dar paso a una segunda etapa, mucho más larga y exitosa, que terminó por dividir a sus fans alrededor del mundo.

Mientras unos se estancaron en las complejas y extravagantes suites músico-teatrales lideradas por Peter Gabriel y exhibieron un total desprecio por lo que hicieron tras su salida del grupo, otros reconocieron en Phil Collins a un prodigioso talento que llevó a la banda por caminos que probablemente hayan sido más convencionales y amigables con el sonido pop-rock de mediados de los 80s, pero que al mismo tiempo mantuvieron un status por encima del promedio, tanto en composición melódica como en capacidad de interpretación.

Sin pertenecer necesariamente a ninguno de los dos bandos, debo reconocer que me desilusioné un poco al enterarme que el ambicioso proyecto de sacar de gira The lamb... en pleno siglo 21 quedó trunco debido a diferencias en la agenda de Peter Gabriel y Steve Hackett, los disidentes miembros de aquella primera época de disfraces, melodías extensas y letras enigmáticas. Por consiguiente, no me entusiasmó mucho la idea de ver nuevamente a Phil Collins, Mike Rutherford y Tony Banks (los tres restantes) juntos en concierto. La noticia no me dejaba el sabor de una reunión en términos estrictos, si pensamos en las grandes reuniones que se vienen produciendo en el mundo del rock and roll en los últimos años (Pink Floyd, The Police, etc.). Más bien me parecía que no había mucho misterio en volver a ver en vivo esta versión de Genesis.

Gravísimo error de subestimación. Porque lo ofrecido por la banda en esa gira fue simplemente sorprendente, como puede apreciarse en las imágenes de When In Rome 2007, que registran el concierto gratuito que dio la banda en la explanada del portentoso Circus Maximus ante más de 500,000 personas. Este recital cerró el espectacular tour de 40 shows por diversas ciudades de los EE.UU. y Europa, el primero de Genesis tras 15 años de separación, en el cual hicieron un recorrido selecto por su vasta discografía y una puesta en escena de lujo, con sistemas de sonido, iluminación y proyección de video de altísima calidad.

Como todo buen seguidor de Genesis sabe, Roma es una ciudad particularmente especial dentro de su carrera musical. En momentos en que la prensa británica los acusaba de ser demasiado pretensiosos y sobreactuados (en la primera mitad de los años 70s aproximadamente), el público italiano los recibió con los brazos abiertos y los encumbró a la categoría de banda de culto, iniciando a partir de allí la conquista de los demás países europeos y posteriormente, de los EE.UU. Collins, Banks y Rutherford rindieron así un homenaje y agradecimiento a esta ciudad, que respondió con una asistencia masiva al espectacular concierto.

Junto a ellos, Daryl Stuermer (guitarra y bajo) y Chester Thompson (batería), miembros habituales del grupo cada vez que ha salido de gira desde 1977 (recordemos que el trío nunca requirió de sus servicios en los estudios de grabación), le dieron forma a un repertorio que incluyó desde clásicos de la era Gabriel como In the cage, The cinema show, I know what I like (in your wardrobe) o Firth of fifth hasta canciones de la etapa "más comercial" de Genesis como I can't dance, Hold on my heart o Land of confusion, con inclusiones de temas de su época intermedia como Ripples (cantada por Collins en casi 3 tonos por debajo de la versión original, lo cual, en lugar de ir en desmedro de la canción, le otorga un aire mucho más místico y envolvente), Afterglow o Follow you follow me.

Además, en las entrevistas que conceden durante el documental Come rain or come shine incluido en el DVD, si bien es cierto dejan en claro que pensar en el Genesis con la dupla Gabriel-Hackett y el Genesis actual es pensar en dos cosas totalmente distintas, casi irreconciliables, queda claro después de ver el concierto que esa otra reunión es todavía una tarea pendiente, que muchísimos fans alrededor del mundo agradeceríamos profundamente.

Para muestra, tres botones: Los endos (en dos partes), tema instrumental que comienza con Chester Thompson y Phil Collins haciendo un dueto de baterías, primero tocando sobre dos asientos de cuero para pasar gradualmente a sus instrumentos, el medley In the cage/The cinema show/Duke's travels/Afterglow (también en dos partes) y la mencionada Ripples. Que los disfruten...










viernes, 2 de marzo de 2012

MORRISSEY EN LIMA



"Si Morrissey dice "no coman carne" entonces yo como carne. Así demuestro cuánto odio a Morrissey" declaró alguna vez Robert Smith, cantante y guitarrista de The Cure. A finales de los 80s yo habría hecho mía esa frase. Y durante los 90s también. Porque siempre odié la música de The Smiths y su prolongación en la hoy larga discografía solista de su particular líder, idolatrado hasta la sin razón por legiones de fans que ya cuentan los días para su concierto en nuestra ciudad. Hoy no soy tan drástico pues los sectarismos desaparecen con la juventud y aunque reconozco al cantautor como una personalidad importante en el desarrollo del pop inglés desatado, simplón y multi hedonista que surgió tras la asonada punk, su música sigue sin moverme un pelo. Ya no lo odio pero me resulta indiferente. Y en cuanto a los calores que produce en sus seguidores, siguen pareciéndome incomprensibles.

Hace años me expuse voluntariamente a altas dosis de esas guitarras brillosas tocadas por Johnny Marr y la voz abaritonada con esporádicos e irritantes chillidos de (Steven Patrick) Morrissey para ver si mi opinión cambiaba pero no fue así. La corta discografía de The Smiths tiene algunos momentos interesantes pero no lo suficientes como para considerarla fundamental, ni como creadores de un género ni como revolucionarios del cambio.

La conexión que el cantante y letrista consiguió con las hordas de jóvenes de clase trabajadora de Manchester (y después del mundo) fue netamente personal mas no musical. La reivindicación a las minorías homosexuales (a pesar de que él se declaró alguna vez del "cuarto sexo") y sus posturas irreverentes frente a tópicos intocables en el país de la realeza como la caza y consumo de animales, la política de Margaret Thatcher, sus letras en las que narraba de manera inteligente los problemas existenciales de una generación sin futuro y su actitud lejana y arrogante hacia sus fanáticos, hacia la prensa y hacia sus propios compañeros de grupo lo emparentaron con los aspectos más recurrentes de la rebeldía rockera. Pero su música, considerada antecedente del britpop y de lo "indie", no tiene los vuelos necesarios para alcanzar la categoría de legendaria.

Revisando sin prejuicios los videos de la performance de Morrissey en Viña del Mar hace unos días (en la que demostró una vez más su incomprensible actitud de "divo" al prohibir la transmisión en vivo del show y desalojar a algunas personas del jurado) debo decir que resulta un pop sencillo, sin pretensiones ni desafíos, prolijamente tocado por una banda que ofrece mucha energía y unos excelentes equipos de sonido, además de las proyecciones comunes en los conciertos de hoy, tecnología que es aprovechada por el cantante para dejar clara su opinión, por ejemplo, en el tema Meat is murder. Por otro lado, como suele ocurrir en las relaciones artista-público que están marcadas por el fanatismo incondicional, no importan los desplantes o las miradas de soslayo que la estrella les dé, sus adoradores aceptarán de buen grado cualquier cosa que haga.

Durante el concierto, Morrissey interpretó clásicos de The Smiths y de su producción en solitario (que a estas alturas ya duplica lo hecho por el reverenciado grupo, cuya vida solo duró cinco años) por lo que los fans limeños ya deben tener una idea clara de lo que va a suceder la noche del 14 de marzo. Será uno de esos conciertos que reunirá a un grupo pequeño de conocedores de la particular carrera de este cantante, uno de los más lenguaraces del espectro pop rock británico. Y junto a los conocedores, los entrometidos de siempre que, gracias a al youtube, al mp3 y en general a todas las fuentes de información de las que antes carecíamos los melómanos, estarán en primera fila porque hay que estar aunque solo conozcan dos o tres canciones, lo cual es mucho decir ya que nada de Morrissey sonó nunca en radios limeñas, salvo el tema Big mouth strikes again del tercer y penúltimo álbum de The Smiths, publicado en 1986 y la versión en español de There is a light that never goes out (del mismo álbum de los Smiths titulado The queen is dead que grabara en 1992 Mikel Erenxtun en su primer álbum como solista y que casi nadie ubica como un cover del ex cantante de la banda hispana Duncan Dhu. Solo falta que lo anuncien en Somos, Mesa de Noche y en Sonidos del Mundo.