Las empresas de publicidad actualmente hacen uso indiscriminado de melodías ya existentes para musicalizar las campañas de sus enormes clientes. Esa historia que cuentan en Two and a half men, según la cual un compositor de jingles se hace millonario por su capacidad para satisfacer las necesidades publicitarias con canciones originales no existe más. Lo hicieron con Mr. Blue Sky de Electric Light Orchestra hace meses - modificándola ligeramente y fingiendo que cantaban en inglés - y ahora lo hacen para la campaña de relanzamiento de Nextel con el uso probablemente no autorizado de casi toda la introducción de In between days, tema clásico de la banda británica The Cure.
Este tema fue uno de mis favoritos en los años en que veía Disco Club y exploraba las oscuras mareas del hard rock. Una parte de mí ya me decía que la música no debía aceptar sectarismos y que si una melodía me atrapaba, era porque estaba lo suficientemente bien compuesta como para sorprender mi sensibilidad musical, y en ese sentido no importaba que los cantantes fueran andróginos, carecieran de la agresividad que me llamaba la atención en otros grupos y se delinearan los ojos. A cualquier colegial comprometido con el heavy metal escuchar a The Cure le hubiera parecido algo cercano a la blasfemia. Para mí era un placer.
La discografía de la banda liderada por Robert Smith es amplia y muy difícil de resumir pero el álbum The head on the door de 1985 es probablemente uno de sus picos creativos. Aunque hay quienes prefieren sus aspectos más oscuros, el prístino sonido de las guitarras acústicas de Porl Thompson y el mismo Smith generan una sensación de optimismo poco asociada a estos íconos de la escena dark británica. Completan la formación el bajista Simon Gallup, el tecladista Lawrence Tolhurst (lugarteniente de Robert en aquella era de clásicos) y el baterista Boris Williams. Aunque la letra es bastante melancólica, la canción me retrotrae a épocas de pocos problemas, en la que escuchar música era la principal ocupación de cada día.
Por eso siento que Nextel y su agencia de publicidad deberían pagar, si no lo han hecho (y estoy casi seguro de que no lo han hecho) a una banda que definitivamente no pensaba en redes de telefonía comercial como las principales protagonistas de uno de sus momentos artísticos más memorables. Escuchémosla completa:
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