miércoles, 31 de agosto de 2011

TEARS FOR FEARS


Durante los 80s el panorama musical se amplió de manera exponencial. Géneros y artistas nuevos comenzaron a surgir en EE.UU. y Europa como respuestas al declive de las puntas de lanza del movimiento rockero: los dioses del rock clásico, las bandas progresivas y la agresividad punk habían entrado al final de sus días de gloria y solo los más grandes permanecieron vigentes, mientras la mayoría se perdía en el olvido o en vanos intentos de actualizarse, poniendo en riesgo sus prestigios y credibilidades.

En ese contexto, mientras el lado alternativo de la escena se sobrepoblaba de bandas metaleras de todo tipo y de oscuros representantes del post-punk europeo, el lado comercial fue también invadido por una nueva ola de artistas que, desde diversas propuestas sonoras, dieron forma a la programación de MTV, el revolucionario canal de televisión que se convirtió en la plataforma de despegue para todos aquellos músicos que soñaban con la fama y la inmortalidad.

Una de las bandas más interesantes de esa década es el dúo Tears For Fears formado en 1981 por Roland Orzabal (guitarra, teclados, voz) y Curt Smith (bajo, voz), que combinó de manera muy inteligente y efectiva la estética y las texturas de la new wave británica con un filo rockero poco común en otras bandas del mismo movimiento. Orzabal y Smith siempre fueron el núcleo de este grupo aunque se presentaron como cuarteto en su etapa más exitosa (1983-1986) junto a los músicos Ian Stanley (teclados) y Manny Elias (batería).

Luego del extraordinario éxito que tuvieron con sus dos primeros álbumes The hurting (1983) y Songs from the big chair (1986), el dúo decidió expandir su sonido y produjo un ambicioso disco titulado The seeds of love (1989) en el que buscan un sonido0 más psicodélico y variado, con reminiscencias beatlescas e influencias del soul. Los temas de sus canciones siempre mostraron una preocupación de orden social como puede apreciarse en clásicos de los ochentas como Everybody wants to rule the world o Change. Paradójicamente, The seeds of love que era a todas luces su disco más elaborado no tuvo la repercusión de las producciones anteriores, lo cual ocasionó la separación del dúo. Luego de un par de álbumes publicados bajo el nombre de Tears For Fears - pero que en realidad podrían considerarse como esfuerzos de Orzabal en solitario - Roland y Curt se reunieron en 2004 para lanzar Everybody loves a happy ending y desde entonces se han mantenido en actividad como parte del renacido interés por las bandas de tiempos pasados.

El próximo 28 de septiembre este grupo tocará en Lima en la explanada del Estadio Monumental. Será una excelente oportunidad para ver en vivo a una de las bandas que de alguna manera definió el sonido del pop inglés de los 80s y cuyas canciones mantienen una frescura y calidad que les permite mantenerse vigentes en pleno siglo 21.



Mad world, uno de sus primeros singles de 1983.


Mother's talk, con un sonido fuertemente influenciado por Depeche Mode en su primera época.


Su canción más emblemática, uno de los mejores solos de guitarra de los 80's, aquí en vivo en el Festival Knebworth de 1990.


Sowing the seeds of love en vivo y con orquesta.


Esta es la actual formación de Tears For Fears, la que nos visitará a fines de septiembre, tocando uno de sus mejores temas, Head over heels.

lunes, 29 de agosto de 2011

THE SAGE


Uno de los álbumes que mejor representan el espíritu del rock progresivo es, sin duda, Pictures at an exhibition, lanzado en 1971 por el trío británico Emerson Lake & Palmer. A pesar de haberse grabado en vivo desde el Newcastle City Hall de Inglaterra, es considerado como un título totalmente independiente dentro de su discografía oficial. Esto se debe a que no se trata de una presentación en la cual el grupo toca temas antiguos, grabados previamente, y presenta nuevos, sino que sorprende a su audiencia con una adaptación al rock de una obra musical del siglo 19, compuesta por el ruso Modest Mussorgsky (1839-1881).

Originalmente escrita para el piano, Pictures at an exhibition fue completamente reconstruida por Keith Emerson (teclados), Carl Palmer (batería) y Greg Lake (bajo, guitarra y voz), con algunos agregados que cada uno de los miembros de este trío - que ya habían experimentado estos cruces marcianos entre música clásica y rock modificando piezas de Johann Sebastian Bach, Leos Janacek y Bela Bartok en sus dos primeras producciones - y la convirtieron en un producto totalmente sin precedentes en la historia del progresivo como género y del rock en general.

Las contribuciones de Emerson, Lake y Palmer se limitan a arreglos en clave rockera a las diferentes partes de lo compuesto por Mussorsgky salvo un par de temas firmados por el trío y The sage, un subyugante tema acústico que muestra a Greg Lake en su mejor momento como compositor y ejecutante, una brillantez que le costó mucho recuperar. La intermitencia de estos chispazos de talento hicieron que la figura de Lake se opacara con los años, pero cada vez que uno escucha los cuatro minutos y medio de The sage - cuya letra parece influenciada por la imaginería onírica de Peter Sinfield con quien Lake había trabajado en King Crimson, queda hipnotizado por los acordes y arpegios misteriosos de esta mágica viñeta progre. Fue una de las primeras canciones que escuché de ELP y no deja de sorprenderme a pesar del tiempo. El video corresponde a una de las primeras presentaciones de la suite pero la versión del LP es mucho mejor. Búsquenla.


jueves, 25 de agosto de 2011

LA ESCENA DE CANTERBURY (THE CANTERBURY SCENE)


A finales de los años 60s, la creatividad de los músicos de rock tuvo un florecimiento de dimensiones enormes que generó la aparición de diversas ramas en lo que hasta ese momento solo era un derivado del blues y el country. La psicodelia, el hard rock, el blues rock y el art rock (entre otros sub-géneros) se despuntaron, cada uno por su lado, hacia direcciones tan interesantes como distintas. Al "art rock" también se le conoció como rock progresivo, rótulo que remitía a una suerte de avanzada, de vanguardia dentro de los cánones comunes y corrientes de la música popular. Se trataba de una actitud no solo diferente sino opuesta a la del rock-and-rollero original.

Dentro del rock progresivo también hubo vertientes, una de las más notables fue la llamada Escena de Canterbury que se desarrolló, como su nombre indica, en la ciudad de Canterbury, ubicada en la parte suroeste de Inglaterra, en el centro de Kent. La particularidad del rock progresivo fue, desde sus inicios, el alto nivel de destreza instrumental de sus intérpretes, que añadieron elementos de música clásica y de jazz a sus composiciones inscritas en el genérico rock. Las estructuras complejas, a manera de suites, y los temas de sus letras también se distanciaban de la inmediatez planteada por el rock en sus inicios. Lo que pasó en Canterbury fue de vital importancia para el prestigio que posteriormente ganó este género musical y aunque las bandas que surgieron de esta ciudad (o que se relacionaron al movimiento de manera indirecta) no consiguieron la fama mediática de otros actos británicos como Pink Floyd, Yes, Genesis, King Crimson, entre otros, sus nombres son hoy considerados como clásicos exponentes de uno de los espectros más exigentes y hasta cierto punto elitistas, del rock.

Aunque muchos de los grupos de la escena de Canterbury tuvieron largas carreras y profusas discografías (algunos producen hasta la actualidad con excelentes resultados por cierto), su apogeo puede trazarse básicamente entre 1968 y 1978, años en los que brillaron en el ambiente musical por sus elaboradas armonías, inesperados cambios de ritmo e instrumentaciones que iban más allá del formato guitarra-bajo-batería para incluir violines, flautas, mellotrones, entre otras novedades para aquel entonces.

Como pasa en la actualidad con la compulsividad de la prensa en crear nombres para identificar ciertas tendencias musicales (neo-rock, merengue hip-hop, etc.) en su momento muchos músicos como los bajistas Richard Sinclair o Hugh Hopper rechazaron la denominación Canterbury Scene pues la consideraban una creación de la prensa musical que buscaba apartarlos, sin motivos para ello, de las demás bandas progresivas de la época. Sin embargo, hoy hablar de la escena de Canterbury es hablar de un tipo determinado de sonido, sin duda emparentado con el rock progresivo en general pero que a la vez muestra una personalidad propia. Esto se debió, entre otras cosas, a una de las principales características de este movimiento: los músicos pasaban de un grupo a otro con regularidad. Casi sin proponérselo, bandas como The Wilde Flowers, The Soft Machine, Hatfield and The North, Gong, Caravan, Camel conformaron una comunidad cerrada de músicos, por lo cual creció la percepción de esta escena como un producto local de esta ciudad británica, famosa por sus catedrales.

Vamos a escuchar a tres de las bandas más importantes de esta interesante propuesta musical que, 40 años después de su aparición, suena más fresca e interesante que muchas bandas modernas, caracterizadas por su homogeneidad y su poca sorpresa.







viernes, 19 de agosto de 2011

LENNY KRAVITZ


Uno de los artistas más respetados del universo rockero de las últimas dos décadas, Leonard Albert Kravitz (Lenny para sus amigos y fans en todo el mundo) tiene su nombre nuevamente en las noticias por dos hechos aparentemente equidistantes: a) su aparición como imagen ultra fashion de una conocida marca de ropa y b) el inminente lanzamiento al mercado de su noveno álbum titulado Black and white America, grabado entre Los Angeles y las Bahamas bajo el sello Roadrunner Records, subsidiaria de Atlantic Records, empresa discográfica con la cual publica por primera vez luego de un largo contrato con Virgin.

Mientras que lo primero es casi una sorpresa para los seguidores de este talentoso músico neoyorquino, debido a sus implicancias alejadas de los aspectos más rebeldes y poco cosméticos del rock como expresión artística alternativa, lo segundo es una gran noticia pues refuerza la coherencia que Kravitz siempre ha mostrado con cada una de sus producciones.

Cronológicamente hablando, este álbum - que inicialmente se iba a titular The funk album - debió lanzarse en el 2004 pero algunas canciones que compuso en esa época y que no calzaban con la intención del proyecto original dieron forma a Baptism, un disco más rockero que finalmente no tuvo tanta resonancia. En esa época se barajó un segundo título tentativo, más confrontacional que el primero, Negrophiliac, aunque finalmente se optó por una frase menos agresiva pero igual de sugerente. Además, la carátula con la foto de Kravitz de niño, insinúa el tono personal y reivindicador que muestra Black and white America

Por lo que puede escucharse en los avances de Black and white America es, efectivamente, una suerte de homenaje a todos aquellos géneros musicales que siempre han estado presentes en la discografía de Kravitz: soul, funk, R&B y reggae, rock psicodélico y blues. Kravitz no abandona el filo rockero que lo posicionó en los noventas como una de las expresiones más rescatables del alicaído pop-rock norteamericano y con esta producción regresa dispuesto a recuperar el espacio perdido entre su último disco It is time for a love revolution (2008) y su nueva faceta de modelo rodeado de flashes, comerciales sofisticados y comentaristas que se fijaban más en su ropa que en su sonido.

La discografía de Lenny Kravitz puede considerarse, a estas alturas, un sólido cuerpo de trabajo a nivel de propuesta musical. Desde el primer disco Let love rule (1989) dejó en claro cuáles eran sus prioridades e influencias: una revalorización del rock negro norteamericano y una combinación efectiva entre la psicodelia setentera de Sly & The Family Stone con el funk más moderno de Prince. Aunque normalmente Kravitz toca todos los instrumentos en sus grabaciones, cuenta también con la colaboración del guitarrista Craig Ross y la baterista de jazz (y esposa de Carlos Santana) Cindy Blackman, quienes son la base de su banda de apoyo cuando sale de gira.

Escuchemos algunas de las canciones más recordadas de la carrera de Lenny Kravitz, así como el tema adelanto de su último álbum, que oficialmente saldrá al mercado este fin de mes:



Su primer éxito, Let love rule, del álbum homónimo, 1989


Always on the run del álbum Mama said, con Slash - su compañero de clases en la escuela de música de Beverly Hills, 1991


Are you gonna go my way, tema título de su tercer disco, 1993


Again fue el único tema nuevo de su recopilación de éxitos lanzada en 2000


I'll be waiting, de su penúltimo álbum It is time for love revolution, 2008


Avances de Everything, lo nuevo de Lenny Kravitz...

lunes, 15 de agosto de 2011

ARPA: UN INSTRUMENTO ENIGMÁTICO


Dentro del universo de los instrumentos musicales, pocos han mantenido su naturaleza enigmática como el arpa. Aunque no es ajena a la modernidad ya que hoy se pueden encontrar todo tipo de variaciones (arpas dobles, múltiples, eléctricas, etc.), el concepto "arpa" sigue siendo asociado al de un objeto perteneciente a otra época, con acabados de extremada fineza. Estamos refiriéndonos por supuesto al arpa clásica, la que se utiliza en los ensambles sinfónicos ya sea como instrumento solista o como parte de la sección melódica, que aprovecha del sonido delicado que produce su sistema multicorde (47 cuerdas en total que cubre un rango de seis octavas y media) para crear atmósferas celestiales, capaces de transportar a sus oyentes a mundos mágicos o fantasiosos.

El origen del arpa clásica es esencialmente europeo y podemos ubicarlo en las eras medieval y renacentista, aunque ya se conocían ciertos rudimentos de arpas en sociedades ancestrales como Egipto o Persia, ciertamente sin las características que se hicieron conocidas posteriormente. El desarrollo histórico del arpa cubre extensos períodos de tiempo pero básicamente su estructura se ha mantenido a través de los siglos. Lo que escuchamos hoy en las orquestas de formato largo es una versión sumamente sofisticada del arpa clásica, con sistemas de pedales para la afinación cromática (las notas en sostenido y en bemol se consiguen pasando de un nivel a otro de la pedalería) y los materiales para las cuerdas siguen siendo los mismos aunque la tecnología de su fabricación naturalmente ha mejorado. Desde los primeros estadios de su fabricación, las cuerdas del arpa se han hecho de tres materiales diferentes: metal o seda para las de registro más bajo (estas son las más largas ubicadas en la parte más ancha del marco), tripa - generalmente de oveja o vaca - en la sección media y nylon para las de registro más alto (las más pequeñas).

Una de los aspectos más interesantes de este instrumento es que también logró transculturizarse y adquirir una nueva personalidad en la música folklórica de países conquistados por el Imperio Español durante el siglo 16. Quizás los casos más emblemáticos sean los de Paraguay y Perú, ambos países con una ya larga tradición de uso del arpa, en una versión más rústica aunque igualmente rica en sonidos. En el caso de la tierra guaraní, el arpa es considerada instrumento nacional y hoy en día melodías como Pájaro campana (nombre original en guaraní Guyra Pu) o Recuerdos de Ypacaraí son universalmente conocidas. En nuestro país hay una enorme diversidad de expresiones musicales que toman como instrumento base al arpa, con estilos y estructuras de interpretación diferentes egún la región, como lo explica el músico y profesor peruano Claude Ferrier en una interesante página web llamada www.musicaperuana.com/arpa en la que ofrece un estudio pormenorizado de las distintas formas de tocar el arpa que se han desarrollado en Chiclayo, Cuzco, Ayacucho y Huancayo.

A diferencia del arpa latinoamericana que es tocada indistintamente por hombres o mujeres, en el mundo de la música clásica es casi una regla que las ejecutantes pertenezcan al género femenino. Aunque no se ha establecido necesariamente como tal, parece haber un consenso mundial a este respecto debido a la aparente delicadeza relacionada a su interpretación y a la elegancia del instrumento en sí, aspectos que en la música folklórica de nuestros países no son tan determinantes en realidad. En ambas vertientes de la ejecución del arpa, el músico toca sentado (aunque en algunas regiones del Perú el arpista puede tocar de pie apoyando el instrumento en su cintura con un sistema de fajas), apoya la caja de resonancia sobre el piso y toca con los brazos extendidos hacia adelante usando las uñas de los dedos (o unas uñas de metal conocidas como pelcros) para facilitar la creación de arpegios y acompañamientos armónicos, en un estilo de interpretación conocido como "de araña", por la forma que adoptan las manos al tocar. La distancia entre cuerdas (aproximadamente 2.55 centímetro entre cuerda y cuerda) es importantísima para este efecto. Otra característica de ayuda para el instrumentista es la posibilidad de identificar las notas de las cuerdas a través de códigos de color. Por ejemplo, las cuerdas rojas corresponden a la nota Do y las negras a Fa. Normalmente la escala de Fa es la que se utiliza para afinar el instrumento

Las primeras referencias de música escrita para el arpa (como solista o como parte del acompañamiento orquestal) las encontramos en algunas obras de compositores barrocos y clásicos como Haendel, Bach y Mozart. A nivel sinfónico, compositores como Berlioz o Liszt también la utilizaron extensamente. Es muy común escuchar escuchar el delicado sonido de un arpa en las partituras de ballet escritas por Tchaikovsky por ejemplo así como en oratorios y otras variedades de música sacra, solo por mencionar algunas. En el mundo del jazz fue notable el trabajo de Alice McLeod (más conocida como Alice Coltrane tras su matrimonio en 1965 con el genial saxofonista John Coltrane) quien dejó sendas grabaciones de jazz vanguardista en las que plasmó un interesante y novedoso uso del arpa.

En cualquiera de sus formas, clásica o folklórica, el arpa produce un sonido totalmente diferente al de los demás instrumentos de cuerda y aunque no goza de gran popularidad, es inevitable distinguirla en el contexto de cualquier género musical que la utilice. Inclusive artistas de música moderna contemporánea como Sarah McLachlan, Enya, Björk o Loreena McKennitt han convertido al arpa en parte de su sonido etéreo y celestial. En el mundo del rock por ejemplo, The Beatles contrataron a la arpista Sheila Bromberg para su tema She's leaving home (del álbum Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de 1967) mientras que Brian May, guitarrista de Queen la toca en la versión en estudio de Love of my life, canción lanzada en 1975 como parte de su clásico disco A night at the opera.



Sasha Boldachev, arpista ruso, interpreta Yesterday de Paul McCartney


Loreena McKennitt tocando una de sus canciones, Cymbaline, de su disco The visit de 1991


Ave Maria del compositor austriaco Franz Schubert, una de las melodías más conocidas universalmente, en una hermosa versión tocada con arpa. Schuber la compuso en 1825

miércoles, 10 de agosto de 2011

THE GRATEFUL DEAD


Cuando se piensa en las diferencias entre la industria musical actual y la que llamamos clásica, el común denominador se expresa en críticas a la falta de originalidad, la ausencia de propuestas artísticas que verdaderamente puedan respetarse y la desmedida importancia que se le da a los aspectos comerciales de los nuevos artistas. Se sacrifica la posibilidad de generar artefactos sonoros memorables, sensibles y capaces de conectar con las pulsiones emocionales más profundas del oyente para producir mega éxitos que vendan muchísimo en poco tiempo y que desaparezcan rápido para dar paso a la próxima fuente de millonarios ingresos. El ideal del músico que se debe a su público y que busca conmoverlo a través de sus canciones a un nivel más personal ha desaparecido bajo las toneladas de dólares, música de inmediato impacto pero nula calidad, fotos en revistas y romances de pacotilla entre jóvenes que apenas superan la adolescencia.

Ese ideal fue encarnado por The Grateful Dead, la banda norteamericana liderada por el gran compositor y guitarrista Jerry García quien falleció un día como ayer, 9 de agosto, hace 16 años. García fue el vocero de una generación de músicos y fans de la música, en los años 60s y 70s, que daba primordial importancia a la música como herramienta de integración social y sentido comunitario, resumiendo en su agitada vida el pensamiento hippie, aquel que preconizaba la paz, el amor y la música como insumos indispensables para una vida más placentera y libre.


The Grateful Dead se convirtió desde su aparición en un grupo de culto, y supo mantenerse, a un tiempo, por encima y al margen de las tendencias que el mercado musical imponía gracias a su genuina propuesta que combinaba los elementos más bucólicos del folk y el country con la actitud y el filo rockero de la época. Las composiciones de García van desde el bluegrass hasta la psicodelia, desde el country hasta el rock y a lo largo de su extensa discografía ha explorado todos los géneros del espectro rockero (desde el punto de vista norteamericano desde luego) consiguiendo un cuerpo de trabajo compacto y de difícil clasificación. The Grateful Dead son, aun por encima de Bob Dylan, una de las instituciones musicales más respetadas por la contracultura estadounidense y su impronta continua vigente gracias al sentido familiar que úne a sus seguidores en todo el mundo, conocidos como los Deadheads.

Recuerdo que en 1987 escuché una noticia que me sorprendió sobremanera: The Grateful Dead, un grupo que nunca había tenido un número uno en Billboard y que jamás aparecía en los rankings de MTV figuraba como la banda que más dinero había recaudado en conciertos, por encima de U2 - que en ese momento era la banda de rock más exitosa del mundo gracias a su álbum The Joshua Tree - y Michael Jackson, el indiscutible "Rey del Pop" en aquel entonces. Justo en ese año ellos lanzaron un disco titulado In the dark, con un sonido ligeramente orientado hacia el pop que produjo el tema Touch of grey, quizás la única canción de The Grateful Dead que haya sido masivamente conocida en su historia discográfica.

Protagonistas definitivos del llamado "verano del amor" de 1969, la banda fue uno de los actos más esperados en el Festival de Woodstock pero algunos problemas técnicos producidos por la intensa lluvia hicieron que su presentación fuera literalmente desastrosa. Años después saldrían a la luz imágenes de ese concierto, que no fueron incluidas en la conocida versión cinematográfica del mítico festival que dio fama a artistas como Santana, Jimi Hendrix, entre otros. Uno de sus mayores logros fue actuar frente a casi 700,000 personas en 1973, durante el Summer Jam Festival en New York junto a The Band y The Allman Brothers Band. Este concierto tuvo durante muchos años el Record Guinness como el más concurrido de todos los tiempos.

Jerry Garcia siempre fue el líder del grupo debido a su carisma, su elocuencia y su decisiva participación en las composiciones grupales de The Grateful Dead. Por otro lado, su fama como guitarrista se hizo mayor debido a que tocaba a pesar de haber sufrido la amputación de tres tercios del dedo medio de su mano derecha, tras un accidente ocurrido durante su niñez. Todo esto, además del discurso en pro del consumo de drogas y una personalidad amable y sencilla hacia sus dans, lo convirtieron en ícono contracultural de una época marcada por los anhelos de libertades tanto personales como sociales, políticas y artísticas.

El núcleo de la banda estaba conformado por Jerry García (voz, guitarra), Bob Weir (voz, guitarra), Phil Lesh (bajo), Bill Kreutzmann (batería) y Mickey Hart (batería), con la colaboración especial del compositor y guitarrista Robert Hunter. A través de los años la banda contó con diversos tecladistas/pianistas como Ron McKernan, Keith Godchaux, Brent Mydland y Bruce Hornsby, entre otros. Muchos de ellos aun mantienen vivo el legado de García y The Grateful Dead con intensas giras y lanzamientos de grabaciones de sus interminables conciertos en las tres décadas y media de su camino musical. Entre sus mejores álbumes podemos mencionar Aoxomoxoa (1969), American beauty (1970), Wake of the flood (1973), Shakedown street (1978) y Built to last (1989). Luego de la lamentable muerte de García se inició la publicación de infinidad de recopilatorios en estudio y en vivo, además de la colección Dick's Picks que hasta el día de hoy lleva lanzado 36 volúmenes conteniendo conciertos de todas las épocas con versiones alternas, jams y grabaciones inéditas del grupo.


The Grateful Dead es una banda legendaria que vale la pena redescubrir gracias a la magia de la Internet. Como dice una de sus clásicas y más famosas canciones, escucharlos es un extraño y largo viaje...








lunes, 1 de agosto de 2011

SHAZAM!


Quienes hemos visto dibujos animados en los 80s, recordaremos esta palabra mágica como uno de los misterios más alucinantes del universo DC Comics/Marvel. La invocación es en realidad un acrónimo de los nombres de seis dioses (Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio). Cuando Billy Batson, un debilucho jovencito, gritaba SHAZAM! se transformaba ipso facto en el Capitán Maravilla, un superhéroe parecido a Superman pero de traje rojo con un relámpgo amarllo en el pecho.

A estas alturas ya se estarán preguntado qué tiene que ver este personaje setentero de dibujos animados e historietas con el primer arte. Pues bien. En concreto, nada salvo que una compañía de software ha denominado así a un servicio de identificación musical que es realmente mágico (supongo que de ahí surge el nombre del programa).

La aplicación Shazam, disponible para cualquier dspositivo telefónico con Internet (es decir, Blackberry, iPhone, iPad y demás hierbas tecnológicas) y descargable a precios muy accesibles funciona como un buscador de sonidos, a través del cual uno puede ubicar toda la información acerca de una canción (artista, álbum, videos en youtube, próximos conciertos, etc.) con solo acercar la pantalla del teléfono en el que está instalada a un reproductor (puede ser un televisor, una radio u otra PC).

Si quieren saber más acerca de Shazam, hagan click aquí.